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Recuperar la memoria histórica para construir la paz. Por Manu Martínez. (PSOE).

Por Domingo Martínez
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miércoles 26 de abril de 2017, 16:01h

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Con la aprobación de la Constitución Española en 1978, se terminó el largo proceso de confrontación nacional que comenzó cuarenta y dos años antes con el golpe militar de 1936. Cuatro décadas negras de nuestra historia que no podemos seguir escondiendo en los capítulos finales de los libros de historia o en las -en ocasiones reiterativas- películas de nuestro cine.

Es necesario que la sociedad sea consciente de los horrores del enfrentamiento como mejor forma de apostar por la paz y por el entendimiento.

En estos días, los socialistas en Albacete participamos, junto a Ganemos, en una moción en la que solicitamos al Ayuntamiento que autorice, a la Plataforma por la Memoria Histórica, para la colocación de un hito conmemorativo de la represión franquista en el espacio público albaceteño.

La condena de la represión por motivos ideológicos es algo que se comparte por gran parte de la sociedad española, incluyendo los agentes políticos, cuando hablamos de hechos acaecidos en otros países. Nadie se atrevería a negar un homenaje a las víctimas de la represión nazi, del régimen estalinista o del genocida Pol Pot, por ejemplo. Pero las posiciones, inexplicablemente, cambian cuando hablamos de nuestra propia dictadura. De nuestra propia y vergonzosa historia.

Represión franquista fueron los 1.104 fusilamientos en Albacete una vez concluida la guerra civil y hasta 1949, o los más de 16.000 procedimientos judiciales-militares celebrados solo en la provincia de Albacete (desde 1939 a 1949) contra grupos con los que el régimen no se sentía cómodo; republicanos y sus familias, artistas, intelectuales, masones, homosexuales, funcionarios y funcionarias del estado republicano e incluso militares y religiosos que no secundaron el alzamiento de 1936.

Represión franquista también fueron las decenas de miles de bebes robados a familias de alguno de los grupos expuestos o simplemente de familias humildes.

Represión franquista fueron también los millones de pesetas incautados por el Estado a quienes le placía, instaurando una herramienta estatal para este fin, como fue la Comisión Administrativa de Bienes Incautados por el Estado.

Represión franquista también fueron las suspensiones de empleo y sueldo y los despidos de miles de funcionarios y funcionarias, sobretodo en el ámbito de la educación, cuyo único delito había sido desarrollar su trabajo público al servicio del Estado republicano.

Un ataque más allá de los límites de una contienda, una vez concluida y ganada una terrible guerra civil y con el único objetivo de eliminar de la sociedad española cualquier tipo de esperanza democrática o de cambio.

Ahora que ya ha pasado el tiempo suficiente debemos recordarlo.

Tener presente el horror de la confrontación ayudará, sin ninguna duda, a la construcción de la paz. Creo firmemente que estamos obligados a mostrarnos a nosotros mismos cuáles son los efectos de abandonar las sendas de la democracia y del entendimiento. Cuáles son los efectos de una dictadura, de la imposición ideológica y de la represión.

Es el momento en el que las fuerzas políticas democráticas debemos unirnos para escribir conjuntamente esta negra parte de nuestra historia y a ellas les hago un llamamiento. Jamás vamos a terminar este capítulo de nuestra historia sin haber escrito, juntos, todas sus páginas.

De seguir así, de no afrontar nuestro pasado, no vamos a poder escapar al juicio que nos harán las generaciones futuras, ya que no habremos hecho nada para reconstruir nuestra historia. Para que nos hagamos una idea, sería el mismo juicio que hoy haríamos a Alemania si una vez concluida la Segunda Guerra Mundial hubiera escondido el holocausto nazi.

No estamos hablando de venganza, ni de guerras, ni de bandos. Los anti demócratas perdieron su batalla con la llegada de la democracia, ya no se trata de eso. Hoy todos estamos del lado de la paz.

Si me apuran, no se trata de justicia con las víctimas, sino con la sociedad en su conjunto. Parafraseando el proverbio indio, la historia no es una herencia de nuestros padres, sino un encargo que nos hacen nuestros hijos. No podemos permitirnos una historia a medio escribir, no podemos entregar a las futuras generaciones un pasado cerrado en falso.

Y es que no, nuestro pasado no está cerrado. Es una herida abierta que nos impide cerrar el capítulo del franquismo en paz.

Este tipo de peticiones no tienen otro objetivo que pasar página y quienes se oponen se empeñan en que se quede permanentemente inconclusa, pendiente de una revisión posterior. Desde la convicción de que ese momento ya ha llegado, recordemos qué pasó, qué consecuencias tuvieron la intolerancia y la imposición y qué valor tiene la libertad.

Recuperemos nuestra memoria histórica para construir una paz duradera.

Manu Martínez (@Manu_mtnez)

PSOE Albacete.
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