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Foto: Isabel Díaz Ayuso durante un desayuno informativo celebrado en el Club Siglo XXI de Madrid. Imagen: EP
Foto: Isabel Díaz Ayuso durante un desayuno informativo celebrado en el Club Siglo XXI de Madrid. Imagen: EP

Han insultado al lechero

lunes 14 de noviembre de 2022, 22:00h

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Las Ayusadas de Ayuso son algo esperpéntico, absurdo, paranoico, histriónico... Es algo así como la degradación o el negacionismo de la política.

Ya sé que estamos en un mundo en que las “burradas” son aplaudidas con entusiasmo, pero no por ello dejan de ser burradas. Todos sabemos que se dicen, no porque sean verdad o mentira, sino simplemente para hacerse notar, para llamar la atención o para desviar esta.

También sabemos todos que Ayuso tiene como objetivo marcar la estrategia del PP frente al Gobierno de España, tanto como escurrir el bulto sobre las propias responsabilidades.

Aunque tampoco ignoramos que esa estrategia de alta Mar, siempre con el subidón al límite, pretende desbancar al “nuevo” líder del PP -al que ya llevan del ronzal-, para proclamarse lideresa de esa organización, a la que IDA está convirtiendo en la casa de los líos, y donde las “nuevas corrupciones” no van más allá de un comportamiento indolente del que gustan ciertas clases de personas, aunque se lleve por delante a los propios y a los ajenos.

Un día, Ayuso se marcó el objetivo de acabar con Casado, y lo hizo en el marco de una pirueta mediática capaz de hacer desaparecer a un indolente. Y lo consiguió.

A Ayuso solo le hace falta alcanzar la mayoría absoluta en las próximas elecciones autonómicas de Mayo de 2023 en la Comunidad de Madrid, para desbancar a Feijoo y, en honor de multitud y loas de todos los “coros celestiales”, candidata a la Presidencia del Gobierno de España. Necesita eliminar obstáculos y elevarse como referente de oposición a Pedro Sánchez. Ayuso echó en el olvido “la Fiesta de las Banderitas” con las que obsequió al “futuro Presidente de la República” cuando este visitó “los calabozos” de la Puerta del Sol, que tanto conocen los “viejos comunistas”.

Y es que ahora, señoras y señores, se lleva la política de los Trump, los Bolsonaros, las Meloni, salpimentadas con un poquito de “putinismo”, y el advenimiento del nuevo Twiter del inefable Musk.

Alguien, distorsionando su imagen cual Dolorosa, está paseando por el Callejón de Gato, y nos la vende envuelta en papel de “libertadora de celofán”, para que creamos que la Libertad es una cosa tan prosaica como beber un par de cañas con una ración de calamares o disfrutar, no sin cierto estoicismo, del perreo de Anitta. Como si las cañas y los calamares no hubieran existido y el mundo dividiese la Historia entre “antes” y “después” de Isabel, aunque Anitta y el perreo sean algo propio de la posmodernidad y el cambio climático. Ahora, un siglo después de los felices años veinte – tan premonitorios de cuanto vino después - , una nueva felicidad nos invade para sentirnos, con orgullo, “callejeros, tabernarios y pandilleros”.

Es la “revolución hortera y pija” la que proclama el “perreo del calamar y las cañas” donde se es capaz de provocar de forma meditadamente insensata, con la seguridad de que en la sociedad democrática donde afortunadamente vivimos, podremos hacerlo con la tranquilidad de que si llaman a nuestra puerta es siempre “el lechero”, aún a pesar de que le insulten.

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