Para el obispo de Albacete, D. Ángel Fernández, el Jubileo es una alegría y emociones. En su homilía de apertura del Jubileo, una vez abierta la Puerta santa, decía “la Madre, la Virgen de Cortes nos reúne a los que nos sentimos sus hijos, fieles devotos y a todos los que, en este día, nos emocionamos al contemplarla bellísima, feliz, adornada de virtudes, llena de Dios e intercediendo ante Él por nosotros y por todo aquello que nos preocupa y necesitamos. Gracias, María por ser nuestra Madre y nuestra Reina. Eres como una luz que nunca se apaga y que ilumina las noches oscuras de nuestro vivir; eres nuestro apoyo maternal para seguir hacia adelante en el deseo de seguir e imitar a Jesucristo y ser buenos cristianos; eres quien mantiene nuestra esperanza de alcanzar un día el cielo y de lograr amar de verdad a Dios y a nuestro prójimo; y eres quien nos invita a seguir caminando como hijos de la luz sin renunciar a lo más bello y noble que hay en nuestro corazón”.
Para el rector del santuario y párroco de Alcaraz, Ramón Sánchez Calero, el año Jubilar “es una ocasión magnífica para incidir en la evangelización de nuestros grupos y parroquias. Sin evangelización no hay año jubilar. Sin evangelio no puede haber jubileo en la Iglesia, porque el mayor Júbilo es el anuncio de la Buena Nueva de Jesús.
Ahora, la diócesis de Albacete y la comunidad local de Alcaraz, queremos invitaros a esta experiencia de fe y de confianza en la Virgen de Cortes, la madre de Jesús, la que durante ochocientos años ha sido invocada como amparo, consuelo, refugio y solaz”. Alcaraz y Cortes se vuelcan con este Jubileo. Se ha puesto a disposición “de las parroquias, de los grupos cristianos y de otras asociaciones, hermandades o movimientos, el santuario y sus dependencias, así como un grupo de voluntarios que atenderá en todo momento”, cuenta Ramón Sánchez Calero.
En un Jubileo el sacramento de la penitencia es un elemento indispensable, según la Bula del Año Jubilar, juntamente con la Comunión Eucarística, el sentirse miembro de la Iglesia, a través de la oración por el Papa, y las obras de caridad, para ganar el Jubileo y la indulgencia plenaria.
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